José PrevencionSV

Hacia una cultura preventiva a través de la Educación

¿Hace cuánto recibiste una capacitación de primeros auxilios?

Los primeros auxilios funcionan cuando tenemos alguna emergencia en nuestro centro de trabajo, principalmente en aquellos casos donde hemos tenido víctimas de accidentes en los que se requiere la atención inmediata por parte del personal que tiene esos conocimientos.
En primeros auxilios aprendes a tomar decisiones con calma y a ejecutar lo aprendido como la primer respuesta ante las emergencias. Es fundamental saber qué hacer y cómo proceder, ya que, el miedo y la adrenalina del momento en que ocurren las emergencias, son vitales para preservar la salud de las víctimas.
No saber nada de primeros auxilios, puede poner en un riesgo mucho más grave a una víctima de accidente o dejarla con lesiones y secuelas mayores, por culpa de nuestra inexperiencia o por una medida mal aplicada.
La Resucitación Cardiopulmonar, la maniobra de Heimlich, las curaciones a heridas sangrantes, el entablillado a un miembro fracturado, atención a quemaduras, entre otros, son situaciones que podemos encontrar en nuestro centro de trabajo, dependiendo del giro al que se dedique nuestra empresa, es por ello, que, formarse en primeros auxilios, debería hacerse, por lo menos 1 vez al año, y en cada capacitación, elevar el nivel de conocimiento y de experiencia en los trabajadores designados para ello.
En la empresa es importante que el personal reciba formación en primeros auxilios al menos una vez al año.
– Nos permite brindar seguridad inmediata ante un accidente
– Elevamos el nivel de protección en nuestra empresa y para los demás colaboradores.
– Nos permite atender accidentes y heridas menores sin necesidad de hacer el traslado de víctimas a un centro de salud hospitalario.
– Los colaboradores aprender primeros auxilios para poder aplicarlos en su vida diaria y familiar
– Incremento del recurso humano capacitado para la atención primaria.
Recuerda: Actualiza tus planes de emergencia y de capacitación y entrenamiento para tu personal que responderá ante una Emergencia.

Sobreviviendo al Teletrabajo o Disfrutarlo

En esta nueva forma de realizar nuestras funciones desde casa, podemos ser víctimas de cansancio, frustración y hasta ahogamiento en nuestras labores.

Depende de cómo afrontemos esta nueva modalidad podemos tener exito o fracaso. Pero, ¿cómo podemos sacarle el máximo provecho? A continuación te comparto algunas medidas que pueden ayudarte a organizarte y obtener mejores resultados:

  • Define con tu empleador el horario de trabajo. Si eres independiente organiza el horario que mejor te convenga.
  • Organiza las labores en casa. Si tienes más personas en tu casa distribuyan las labores entre todos para sacar mejores beneficios y no descuidar las tareas domésticas y aprovechar el tiempo laboral.
  • Organiza tu espacio de trabajo. Una mesa o escritorio, tu PC o laptop, tus materiales. Preferentemente alejado de fuentes de ruido.
  • Comunica a tu familia que estás trabajando y por cuánto tiempo diario lo estarás haciendo para evitar distracciones.
  • Organiza tus funciones. Anota una agenda diaria, de preferencia con tiempo asignado a cada una.
  • Establece pausas de 5 minutos para hacer estiramientos, pausa activa, beber agua o buscar un café o un refrigerio.
  • Tomate tu tiempo de almuerzo. Se trata que tu rutina en casa sea lo más parecida a lo que hacías en la empresa.
  • No te excedas en el tiempo de trabajo. Si salías a las 6 p.m. normalmente, deja de trabajar a las 6 p.m. Exigirte más tiempo te cansará física y mentalmente y muy pronto no estarás cumpliendo con tus actividades diarias básicas y bajarás tu rendimiento.

Recuerda que la idea no es que te quemes, el rendimiento laboral depende mucho de tu descanso y de tu disposición y organización para el trabajo.

Sé responsable y cumple con lo que tu empleo demanda.

La postergación: el hábito de dejar todo para después

La RAE define la postergación como “Dejar una cosa para hacerla después de otra que se tenía previsto realizar”. Asimismo también puede entenderse como la conducta de dejar las cosas para más tarde. Aplazar, retrasar también son válidos, pero, el trasfondo de esta actitud es, dejar para después lo que se puede, o más bien, se DEBE hacer hoy. La postergación es un mal de nuestros tiempos, dejar de hacer las cosas que se tienen que hacer, no solo genera estrés, sino que, te evita conseguir tus objetivos en el tiempo que te habías propuesto, y, generalmente, te implica un retraso en el tiempo y pérdida de energía y esfuerzos, y si se quiere, también económicos.

La postergación debemos saber, es un acto voluntario, desde que nosotros elegimos no hacer algo, por hacer otra cosa, ya es una decisión nuestra, pero, por ser una decisión voluntaria, trae como consecuencia, un estrés anormal y una sobrecarga de trabajo, si esto se convierte en una norma y no en una excepción.

Decirte a ti mismo, que no vas a iniciar un proyecto de estudios este año porque “quieres tomarte un año sabático”, por ejemplo, en el supuesto que en tu trabajo te requieren estudios superiores para poder lograr un ascenso, pero tú, simplemente decides no continuar tus estudios, porque te sientes cansado, porque no quieres esforzarte o porque simplemente no te interesa estudiar ese año en particular, eso es postergar, y lo que, trae como consecuencia un déficit en el alcance de tus metas.

Muchas personas dicen que son más productivos cuando trabajan bajo presión, y pueden más o menos estar correctos o equivocados, no es necesario ponerte presión extra encima para ser más productivo, tampoco puedes o deberías no elegir en esperar que el “deadline” te coma vivo y no te deje tranquilo, que pases noches trabajando en un proyecto para el cual tuviste 2 o 3 meses para realizarlo, pero has venido postergándolo y esperas hasta la última semana para comenzar a trabajar porque según tú, tienes mejores resultados cuando trabajas bajo presión.

Te equivocaste en tu trabajo y tienes obligatoriamente que hablar con tu jefe para comunicarle tu error, pero no lo haces por el temor a ser reprendido y por las consecuencias que según tú, vas a pagar por equivocarte. Tu jefe termina dándose cuenta por otros medios y claro está, te reprende porque no dijiste las cosas en su momento, porque esperaste demasiado tiempo para comunicarlo, y porque, peor aún, no te acercaste con él con una solución al problema, sino que, simplemente, hiciste caso omiso y te importó poco o nada solventar tu error.

Dejar todo para mañana. Te has preguntado, ¿cuántos “lo voy a hacer mañana” te has dicho en el año anterior, y ya ha pasado ese año y tampoco lo has hecho?

¿Sabes que dejar todo para después, puede ser el peor error que puedes cometer? ¿sabes que de un momento a otro, tu “programación” del tiempo, en función de la postergación, puede cambiar y dejarte “sin tiempo” para hacer las actividades que has postergado?

¿Tienes idea a este momento, cuántas oportunidades has desaprovechado porque no has comenzado a trabajar cuando debiste?

La postergación requiere una intervención interior, pues, como mencioné anteriormente, es un acto voluntario en el que únicamente interviene la decisión propia y no otras personas, por ello, el factor mental es importante trabajarlo para poder vencer poco a poco el mal hábito de la postergación.

Para ello, puedes aplicar las siguientes tácticas:

  • Decirte a ti mismo, que lo que estás a punto de emprender no es difícil, que poco a poco lograrás comprender la tarea y que, el objetivo que te has trazado lo comenzarás a cumplir paso a paso. Siéntete experto en lo que tu haces, y que eso te ayudará a comenzar el “camino difícil” que mentalmente te has imaginado.
  • No intentes comerte la ballena de una sola vez. Está claro que hay actividades que requieren un mayor esfuerzo, y esto, es fundamental a la hora de decidir postergarla, pues, creemos que es algo que nos tomará demasiado tiempo, sin embargo, una vez vas paso a paso y trabajando a diario por los objetivos, comenzarás a darte cuenta lo equivocado que estabas, y que, es mucho más fácil de lo que imaginabas.
  • Dedícale poco tiempo, unos 10 minutos si a caso, y establece que al cabo de 10 minutos cambiarás de actividad para sentirte más alegre. Cuando menos lo pienses te habrás sumergido tanto en esa actividad que los 10 minutos los multiplicaste por 100 y no querrás dejar de hacerlo porque ya te gustó trabajar en ella. Lo importante en este punto es crear el hábito de iniciar el trabajo, una vez aprendas a dar el primer paso, todo lo demás te será más fácil y tus esfuerzos se verán mayormente recompensados y mejor aún, se convertirá en una rutina.
  • Trabaja en un ambiente diferente. Es normal, las personas necesitamos variedad, y mucha. Algunos somos muy exigentes en cuanto al ambiente en el que estamos laborando, necesitamos variedad, necesitamos movernos, necesitamos cambiar de ambiente. De vez en cuando y en ocasiones en las que necesites iniciar nuevos proyectos, sal del ambiente normal de trabajo, siempre que te sea posible, y acomódate en otro lugar que te presente mejores condiciones, un ambiente más fresco, con mejor iluminación, en un parque o en un jardín. Pero cambia el ambiente. Si necesitas concentrarse, vete a una biblioteca y sumérgete en el silencio y la condición propicia para concentrarte que tanto buscas. Muchos, no iniciamos ni damos el primer paso porque no nos encontramos cómodos en el ambiente en el que nos encontramos.
  • Sal del conformismo. Planea retos, genera ideas, márcate metas apasionantes. No te quedes sentado, o acostado, plantéate iniciar un nuevo proyecto, algo que sepas que puedes lograr y en lo cual eres experto.
  • Planifica. Las personas que planifican tienen mejores resultados, los que no, no tienen una hoja de ruta, desconocen el camino y pierden el tiempo dando vueltas en círculos sin saber dónde empezar.

 

Ahora que ya lo sabes, es momento de dejar de postergar y comenzar a actuar lo antes posible.

Cómo mejorar y tener una buena actitud

Tener una buena actitud es sinónimo de tener buena salud, sin embargo, muchas veces podemos gozar de una perfecta salud, pero nuestros ánimos, las ocupaciones de cada día, el estrés, el tráfico, nos impiden poder disfrutar de las grandezas que nos ofrece la vida y nos amargamos por cosas mínimas, y así, poco a poco, nos desgastamos y trasladamos nuestras frustraciones a nuestra familia, en nuestros trabajo y en cada ambiente que nos estamos desarrollando.

Pero, te has preguntado, ¿qué es la actitud? ¿Por qué es tan importante tener una buena actitud?

La actitud se desarrolla a partir de los propios sentimientos y pensamientos internos, y, obviamente, depende de cada uno de nosotros. Nuestro comportamiento no siempre puede ser el mismo cada día, somos variables, nos afectamos los sentimientos, y nuestros pensamientos muchas veces tampoco ayudan, trasladamos nuestras emociones al plan cotidiano y de esta forma, nuestra actitud, puede ser un fiel reflejo de lo que nosotros pensamos o sentimos. En fin, los humanos somos seres emocionales, pero también somos racionales, por ello, la importancia de tener salud emocional dará paso a una buena salud física y esto, conllevará a que nosotros tengamos una actitud positiva ante la vida.

La experiencia, también juega un papel importante, si hemos tenido una ruptura amorosa, una pérdida laboral, o cualquier evento que nos haya marcado, también tendrá un efecto significativo en nuestra imagen externa, la cual viene proyectada desde lo más profundo de nuestro ser: las emociones.

Por ello, es importante prestarle atención a nuestras emociones y a nuestros pensamientos, porque de ellos depende muchísimo nuestro comportamiento ante la vida cotidiana y ante las demás personas.

A algunas personas les es mucho más sencillo manejar sus emociones, sin embargo, habemos otros que fácilmente nos hundimos y quebramos a la menor dificultad que se nos presente. Por ello, es importante seguir alguna hoja de ruta que nos ayude a encontrarnos con nosotros mismos y evaluar los factores internos y externos que puedan estar generándonos conflictos que nos impiden tener una actitud positiva ante la vida.

A continuación, te presentamos algunos tips, que pueden ayudarte a mejorar tu actitud y por supuesto, encontrar aquello que pueda estarte afectando para emprender de mejor forma tu día a día.

  • Ejercitarse a diario.

Seguramente lo has notado, pero las personas que se ejercitan diariamente, y se levantan temprano a hacer alguna rutina de ejercicio, viven más alegres, empiezan más temprano su día y encuentran en el ejercicio una ruta de escape a los problemas cotidianos, pero, además, también es un buen conducto para desechar el estrés. Al principio, si no tienes una rutina establecida, podría serte difícil levantarte temprano, pero una vez cojas el ritmo, te será más fácil y te sentirás motivado de continuar ejercitándote.

  • Un examen interno

Una fórmula muy efectiva de lograr identificar qué es lo que nos afecta, es simplemente detenerse a hacerte un examen interno. Preguntarte, ¿qué es lo que me afecta?, ¿por qué me molesta que pase esto? ¿puedo tener control sobre este asunto? ¿está en mis manos la solución de este conflicto? Aunque no lo creas, cuestionarte objetivamente sobre lo que te sucede y darte cuenta que, efectivamente, la solución está en tus manos, te puede ayudar a encontrar la salida fácilmente a los problemas que estés atravesando. Un examen de conciencia efectivo es aquel que evita argumentar o justificar las actitudes y las emociones, y te vas directo a enfrentar las emociones para vencerlas. De ahí

  • Respira y piensa que todos los días sale el sol

Parecerá el título de una canción, pero, las personas somos demasiado intensas cuando algo no sale como queremos, y queremos que a fuerza las cosas cojan el rumbo que nosotros deseamos, sin darnos cuenta, o sin comprender, que no todo podrá ser como nosotros lo queremos, por ello, es importante hacer conciencia que cada día que se empieza es una nueva oportunidad para hacer mejores las cosas y agradecer la bendición de tener vida, tener salud, un techo, una familia. En el valor de las cosas pequeñas se empieza a encontrar el sentido de la vida.

  • Desconéctate y consiéntete

Desconéctate de las presiones, del trabajo, de la tristeza, ahuyenta los malos pensamientos. Coge el carro y conduce hasta una montaña, vete a la playa, oxigena el cerebro, sal de la rutina. Si no te es posible nada de esto, quédate en casa todo el día, duerme, ve las películas que no has visto en el último año, lee un libro que siempre has querido leer, aprende a tocar un instrumento musical, pero simplemente, desconéctate de todo lo que te afecta.

Date el gusto de consentirte, tú también necesitas recargarte.

  • Rodéate de gente positiva

La compañía es clave, rodearte de personas positivas, que siguen los mismos ideales tuyos, que piensan en hacer negocios antes que hablar de los demás, que buscan el sentido de la vida y de cómo triunfar, son las personas que te ayudan a inyectarte energía positiva y a ver desde otro punto de vista las cosas. Excluye a personas negativas, que no quieren o tienen miedo a crecer, que se ven frustradas con sus propios miedos. Que el equipo que elijas para luchar esté contigo hasta el final de las batallas.

Como ves, fácilmente puedes comenzar a vencer tus demonios, esos que te atan y te mantienen atrapado a tu pasado, comienza hoy a trabajar en ti mismo, peinsa diferente, piensa positiva, no dejes de soñar para que consigas grandes cosas, pero después de soñar, comienza con dar el primer paso, no importa que tengas que dar 100 pasos para ser una mejor persona, pero empieza hoy y continua mañana, un paso al día durante 100 días, y verás cómo vas cambiando y mejorando tu actitud, pero sobre todo tu vida.

¿Cómo afecta la carga mental en el estrés?

Las exigencias psicosociales del lugar de trabajo moderno, con frecuencia no se corresponden con las necesidades y capacidades de los trabajadores, lo que puede producir estrés y problemas de salud.

Los factores psicosociales que inciden en el estrés laboral tienen que ver con las demandas de la situación (contexto laboral) y con las características del individuo.

La carga mental, podemos definirla como el conjunto de requerimientos mentales, cognitivos o intelectuales a los que se ve sometido el trabajador a lo largo de su jornada laboral, es decir, el nivel de actividad mental
necesario para desarrollar un trabajo.

Se entiende el grado de movilización, el esfuerzo intelectual que debe realizar el trabajador para hacer frente al conjunto de demandas que recibe el sistema nervioso en el curso de realización de su trabajo. Este factor valora la carga mental a partir de los siguiente indicadores:

  • Las presiones de tiempo, contempladas a partir del tiempo asignado a la tarea, la recuperación de retrasos y el tiempo de trabajo con rapidez.
  • Esfuerzo de atención. Éste viene dado, por una parte, por la intensidad o el esfuerzo de concentración o reflexión necesarios para recibir las informaciones del proceso y elaborar las respuestas adecuadas y por la constancia con debe ser sostenido este esfuerzo. El esfuerzo de atención puede incrementarse en función de la frecuencia de aparición de posibles incidentes y las consecuencias que pudieran ocasionarse durante el proceso por una equivocación del trabajador. Este aspecto es evaluado considerando la intensidad de la atención y el tiempo que debe mantenerse y aspectos que la incrementan como la frecuencia y las consecuencias de los errores.
  • La fatiga percibida. La fatiga es una de las principales consecuencias que se desprenden de una sobrecarga de las exigencias de la tarea.
  • El número de informaciones que se precisan para realizar la tarea y el nivel de complejidad de las mismas son dos factores a considerar para determinar la sobrecarga. Así, se mide la cantidad de información manejada y la complejidad de esa información.
  • La percepción subjetiva de la dificultad que para el trabajador tiene su trabajo.

Estas condiciones o tensiones, se manifiestan a corto plazo, a través de procesos conocidos como «estrés» e incluyen diversos aspectos de la salud, tanto física como mental y social.

Se trata de mecanismos:

  • Emocionales: sentimientos de ansiedad, depresión, alienación, apatía, etc.;
  • Cognitivos: tener dificultades para acordarse de las cosas, para pensar de forma clara, no poder concentrarse, ni tomar decisiones, etc.;
  • Comportamentales: no tener ganas de hablar con nadie, de estar con gente, sentirse agobiado, infeliz, no poder dormir bien, comer compulsivamente, abusar del alcohol, tabaco, etc.; y
  • Fisiológicos: problemas de gástricos, dolor en el pecho, tensión en los músculos, dolor de cabeza, sudar más, marearse, falta de aire, etc.

Como podemos darnos cuenta, un trabajador con estrés producida por las tensiones que genera la carga mental del trabajo, está propenso a sufrir más enfermedades, a tener menor motivación, a sentirse triste y frustrado, a ser menos productivo y a tener un desequilibrio mental como físico, que conlleva una baja producción en sus tareas y a ser un factor de riesgo tanto como en su persona como para quienes le rodean, ya sea en su centro de trabajo o en su familia.

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