José PrevencionSV

Hacia una cultura preventiva a través de la Educación

Cambiemos hábitos

En nuestras empresas somos capaces de cambiar hábitos poco saludables entre nuestros colaboradores.

En los programas complementarios podemos incorporar actividades que nos pueden ayudar a:

– Evitar el sedentarismo

– Realizar pausas activas

– Promover campañas de salud física y psicológica

– Promover la alimentación saludable y balanceada

– Ejecutar un programa de actividad física

– Muchos más

Este tipo de programas complementarios nos permiten mantener la salud de nuestros trabajadores y obtener mejores resultados, disminuir el estrés, evitar incapacidades por desórdenes de salud a consecuencia de los hábitos alimenticios y sedentarios.

De acuerdo con el artículo 53 del Reglamento de gestión de la prevención de Riesgos en lugares de trabajo, los programas que la ley establece tienen que ver con medidas educativas y de sensibilización para evitar el consumo de drogas y alcohol, a efecto de evitar daños en los trabajadores y alteraciones en la organización del trabajo. Asimismo, se debe incluir las acciones de capacitación dirigidas al personal sobre los principios y procedimientos para prevenir las infecciones de transmisión sexual, incluida el VIH/SIDA y transmitir principios básicos relativos a la salud mental y reproductiva.

En ese sentido, podemos establecer programas para prevenir el consumo de alcohol y drogas, sensibilización sobre la salud reproductiva y la salud mental. Parte de este programa deberá incluir charlas por personal capacitado sobre el tema que se trate.

La postergación: el hábito de dejar todo para después

La RAE define la postergación como “Dejar una cosa para hacerla después de otra que se tenía previsto realizar”. Asimismo también puede entenderse como la conducta de dejar las cosas para más tarde. Aplazar, retrasar también son válidos, pero, el trasfondo de esta actitud es, dejar para después lo que se puede, o más bien, se DEBE hacer hoy. La postergación es un mal de nuestros tiempos, dejar de hacer las cosas que se tienen que hacer, no solo genera estrés, sino que, te evita conseguir tus objetivos en el tiempo que te habías propuesto, y, generalmente, te implica un retraso en el tiempo y pérdida de energía y esfuerzos, y si se quiere, también económicos.

La postergación debemos saber, es un acto voluntario, desde que nosotros elegimos no hacer algo, por hacer otra cosa, ya es una decisión nuestra, pero, por ser una decisión voluntaria, trae como consecuencia, un estrés anormal y una sobrecarga de trabajo, si esto se convierte en una norma y no en una excepción.

Decirte a ti mismo, que no vas a iniciar un proyecto de estudios este año porque “quieres tomarte un año sabático”, por ejemplo, en el supuesto que en tu trabajo te requieren estudios superiores para poder lograr un ascenso, pero tú, simplemente decides no continuar tus estudios, porque te sientes cansado, porque no quieres esforzarte o porque simplemente no te interesa estudiar ese año en particular, eso es postergar, y lo que, trae como consecuencia un déficit en el alcance de tus metas.

Muchas personas dicen que son más productivos cuando trabajan bajo presión, y pueden más o menos estar correctos o equivocados, no es necesario ponerte presión extra encima para ser más productivo, tampoco puedes o deberías no elegir en esperar que el “deadline” te coma vivo y no te deje tranquilo, que pases noches trabajando en un proyecto para el cual tuviste 2 o 3 meses para realizarlo, pero has venido postergándolo y esperas hasta la última semana para comenzar a trabajar porque según tú, tienes mejores resultados cuando trabajas bajo presión.

Te equivocaste en tu trabajo y tienes obligatoriamente que hablar con tu jefe para comunicarle tu error, pero no lo haces por el temor a ser reprendido y por las consecuencias que según tú, vas a pagar por equivocarte. Tu jefe termina dándose cuenta por otros medios y claro está, te reprende porque no dijiste las cosas en su momento, porque esperaste demasiado tiempo para comunicarlo, y porque, peor aún, no te acercaste con él con una solución al problema, sino que, simplemente, hiciste caso omiso y te importó poco o nada solventar tu error.

Dejar todo para mañana. Te has preguntado, ¿cuántos “lo voy a hacer mañana” te has dicho en el año anterior, y ya ha pasado ese año y tampoco lo has hecho?

¿Sabes que dejar todo para después, puede ser el peor error que puedes cometer? ¿sabes que de un momento a otro, tu “programación” del tiempo, en función de la postergación, puede cambiar y dejarte “sin tiempo” para hacer las actividades que has postergado?

¿Tienes idea a este momento, cuántas oportunidades has desaprovechado porque no has comenzado a trabajar cuando debiste?

La postergación requiere una intervención interior, pues, como mencioné anteriormente, es un acto voluntario en el que únicamente interviene la decisión propia y no otras personas, por ello, el factor mental es importante trabajarlo para poder vencer poco a poco el mal hábito de la postergación.

Para ello, puedes aplicar las siguientes tácticas:

  • Decirte a ti mismo, que lo que estás a punto de emprender no es difícil, que poco a poco lograrás comprender la tarea y que, el objetivo que te has trazado lo comenzarás a cumplir paso a paso. Siéntete experto en lo que tu haces, y que eso te ayudará a comenzar el “camino difícil” que mentalmente te has imaginado.
  • No intentes comerte la ballena de una sola vez. Está claro que hay actividades que requieren un mayor esfuerzo, y esto, es fundamental a la hora de decidir postergarla, pues, creemos que es algo que nos tomará demasiado tiempo, sin embargo, una vez vas paso a paso y trabajando a diario por los objetivos, comenzarás a darte cuenta lo equivocado que estabas, y que, es mucho más fácil de lo que imaginabas.
  • Dedícale poco tiempo, unos 10 minutos si a caso, y establece que al cabo de 10 minutos cambiarás de actividad para sentirte más alegre. Cuando menos lo pienses te habrás sumergido tanto en esa actividad que los 10 minutos los multiplicaste por 100 y no querrás dejar de hacerlo porque ya te gustó trabajar en ella. Lo importante en este punto es crear el hábito de iniciar el trabajo, una vez aprendas a dar el primer paso, todo lo demás te será más fácil y tus esfuerzos se verán mayormente recompensados y mejor aún, se convertirá en una rutina.
  • Trabaja en un ambiente diferente. Es normal, las personas necesitamos variedad, y mucha. Algunos somos muy exigentes en cuanto al ambiente en el que estamos laborando, necesitamos variedad, necesitamos movernos, necesitamos cambiar de ambiente. De vez en cuando y en ocasiones en las que necesites iniciar nuevos proyectos, sal del ambiente normal de trabajo, siempre que te sea posible, y acomódate en otro lugar que te presente mejores condiciones, un ambiente más fresco, con mejor iluminación, en un parque o en un jardín. Pero cambia el ambiente. Si necesitas concentrarse, vete a una biblioteca y sumérgete en el silencio y la condición propicia para concentrarte que tanto buscas. Muchos, no iniciamos ni damos el primer paso porque no nos encontramos cómodos en el ambiente en el que nos encontramos.
  • Sal del conformismo. Planea retos, genera ideas, márcate metas apasionantes. No te quedes sentado, o acostado, plantéate iniciar un nuevo proyecto, algo que sepas que puedes lograr y en lo cual eres experto.
  • Planifica. Las personas que planifican tienen mejores resultados, los que no, no tienen una hoja de ruta, desconocen el camino y pierden el tiempo dando vueltas en círculos sin saber dónde empezar.

 

Ahora que ya lo sabes, es momento de dejar de postergar y comenzar a actuar lo antes posible.

Riesgos Psicosociolaborales que debes prevenir

Actualmente, la prevención de riesgos no se limita particularmente a la gestión de los riesgos estructurales y de seguridad, sino que va mucho más allá de cuidar la infraestructura en la empresa, a los riesgos derivados de la maquinaria y equipo de producción.

La salud humana, es de vital importancia para el desarrollo de una empresa, así como lo es, la consecución de sus metas económicas y de crecimiento globalizado, ya que, de la buena salud, confort y disposición de los colaboradores, es que una empresa puede definirse como saludable y productiva.

Está comprobado, que un colaborador con mala salud, derivada de horarios inflexibles, jornadas largas, poco descanso, mal remunerados y con muy poca motivación en cuanto al crecimiento económico personal y profesional en la empresa, son puntos que minan el desarrollo mismo de la empresa a causa de la baja motivación de los colaboradores, pero, a su vez, generan cuantiosas pérdidas a consecuencia de incapacidades, jornadas no trabajadas, licencias para asistir a consultas, y, en el peor de los casos, la muerte de un colaborador.

Los riesgos psicosociales, son, y deben formar parte importante en la cultura de prevención en una empresa, ya que de ahí se deriva la buena salud y armonía de los colaboradores, puesto que, las presiones, el estrés por el cumplimiento de metas y una pésima gestión del recurso humano, tienden a menoscabar la salud mental y consecuentemente, física, de los colaboradores, recayendo en un debilitamiento de la estructura interna de la empresa, de forma gradual.

El mobbing, el estrés, el burnout, el acoso en cualquiera de sus características adentro de un lugar de trabajo, se han convertido en una de las principales causas de siniestrabilidad en las empresas, por lo cual, es de suma importancia que tanto los empresarios como los mismos colaboradores, entiendan y comprendan la magnitud de las consecuencias derivadas de cualquiera de estos riesgos psicosociolaborales.

Cuando hablamos de Riesgos Psicosociolaborales, debemos comprender y visualizar el espectro máximo de la persona y no sólo desde el ámbito laboral, ya que, el trabajador, antes de ser un miembro de una empresa, también es, padre o madre de familia, esposo o esposa, hijo o hija, también es estudiante, es soñador y tiene metas. La evaluación de este tipo de riesgos también debe identificar la raíz del problema, y eso conlleva la identificación de muchos factores que puedan afectar a la persona en sí, desde su ambiente familiar, círculo de amigos y problemas que le afectan en su comunidad, hasta su desenvolvimiento al interior de la empresa.

El ser humano, desde su concepción académica, se enfoca en lograr culminar con éxito sus estudios, y de esa forma poder desarrollarse profesionalmente en un empleo, en una empresa o en su propio negocio, sin embargo, cuando el crecimiento económico y profesional no llega, por las razones que sean, el estrés y la frustración aparecen, llevando consigo y generando más situaciones de riesgo que, si no son intervenidas oportunamente, a la postre, pueden dar paso a la depresión o la misma muerte de la persona.

En el ámbito laboral, muchas personas ven minadas sus aspiraciones de crecimiento por ser víctimas de hostigamiento laboral, acoso sexual, o incluso, el estrés focalizado hacia sus intereses, lo cual, también en el largo plazo, genera disconfort, frustración, estrés, depresión, y también esto puede conllevar a una enfermedad y su posterior muerte.

Entre los principales riesgos psicosociales se encuentran el estrés, el acoso laboral o mobbing, burnout, bullying laboral, depresión laboral, ansiedad laboral.

Estos riesgos están presentes en las empresas, pero en la mayoría de casos, permanecen invisibles, salvo el estrés que es mucho más “sencillo de detectar”, los otros riesgos son responsabilidad empresarial identificarlos. Por ello es que, desde la prevención laboral, se deben incluir este tipo de riesgos y la metodología necesaria para lograr identificarlos.

Un buen análisis del clima laboral, evaluaciones de desempeño, aplicación de un test de salud total, el análisis conductual de los colaboradores o incluso una entrevista directa, pueden coadyuvar a la predicción temprana de este tipo de riesgo y de esta forma evitar que en el largo plazo el trabajador sea un factor de riesgo tanto para el equipo de trabajo, como para su propia salud mental y física.